Día 2: Lisboa – Castillo San Jorge, Tranvía 28, Elevador Santa Justa, Convento do Carmo, Mirador San Pedro de Alcántara, Ascensor da Glória

 

Castillo de San Jorge

Con más de ocho siglos de historia, el Castillo de San Jorge sobresale de la colina más alta de Lisboa.

Con algunas de las mejores vistas de la ciudad, es una interesante visita para los mayores y muy divertida para los más pequeños, que podrán subirse a las almenas y los torreones imaginando espectaculares historias de caballeros. Eso sí,  atentos a los movimientos de los peques, ya que es posible subirse a algunas zonas de las murallas con unas escaleras un poco precarias que llegan hasta bastante altura y en algunas zonas puede que sea peligroso si los niños se quedan solos.

En el Castillo de San Jorge también encontraréis pavos reales campando a sus anchas por los patios y jardines y, con un poquito de paciencia, veréis alguno con sus plumas totalmente desplegadas.

Las empinadas y decadentes calles que rodean el castillo, tienen mucho encanto y si lo ves todo con cariño, disfrutaréis de cada rincón y cada detalle.

 

Tranvía 28

Una de las actividades turísticas típicas de Lisboa que encantan a los más pequeños al mismo tiempo que les ahorramos las siempre pesadas cuestas es coger tranvías y utilizar los elevadores que recorren el centro histórico de la ciudad.

El tranvía 28 recorre barrios tan típicos como el Chiado, la Baixa o Alfama, pero os aconsejo evitar las horas con más afluencia turística, para evitar que vayan demasiado agobiados en el tranvía y no esperar horas para poder subir.

Aparte del tranvía más famoso de Lisboa, hay tres funiculares -conocidos como elevadores– que hacen recorridos bastante más cortos para salvar calles con mucho desnivel. Son los de la Lavra, la Bica y la Gloria. Se parecen a los tranvías tradicionales, aunque algo más pequeños y fabricados específicamente para salvar estos desniveles. Hacen recorridos muy cortos, pero son curiosos. El precio del billete sencillo para este tipo de funiculares es ridículamente alto, así que para quien tenga niños a los que les guste este tipo de trayectos, lo mejor es que aproveche algún tipo de abono de transportes diario que incluya estos transportes.

 

Elevador de Santa Justa

Subir en elevador es, al igual que montar en tranvía, una de las experiencias lisboetas que no debéis perderos. Con sus 45 metros de altura, el Elevador de Santa Justa (conocido, en su origen, como Elevador do Carmo) conecta la Baixa con el barrio del Chiado y es una de las atracciones turísticas obligadas de Lisboa.

Por su orientación hacia oeste, lo más aconsejable es planificar la visita al caer la tarde, para llevarte una de las estampas más bonitas de un atardecer en Lisboa.

 

Al salir por la pasarela que conecta con el Chiado, podemos hacer un descanso en la pequeña y bulliciosa Praça do Carmo, frente a la cual se encuentran las hermosas ruinas del antiguo Convento do Carmo, que podéis visitar por 4€ (si mal no recuerdo) y a mí me encantó.

 

Convento do Carmo

El Convento do Carmo, cuyas ruinas abiertas al cielo son uno de los mejores ejemplos del carácter renovador de Lisboa, alberga en la actualidad un Museo Arqueológico pequeño pero imprescindible (esta visita la aconsejo para mayores).

Sus altos arcos, que marcan la entrada al Chiado nada más bajarnos de elevador de Santa Justa, llaman la atención por sus dimensiones, y es que este era el templo gótico más importante de Lisboa hasta que el terremoto de 1755 lo tiró abajo.

 

Mirador de San Pedro de Alcántara

Este mirador es uno de los más impresionantes de Lisboa por la gran panorámica que ofrece de la ciudad, además de estar rodeado por unos bonitos jardines.

 

Ascensor da Glória

El ascensor da Glória es uno de los varios elevadores con los que cuenta Lisboa para salvar sus pronunciadas cuestas, y el más utilizado por los turistas al estar en pleno centro.

Yo os aconsejo que lo cojáis solo si tenéis la tarjeta lisboa card o la viagem ya que sin esas tarjetas cuesta en torno a 3,5€ por recorrido y realmente es un pequeño tramo, aunque no deja de tener ese encanto lisboeta.

Nosotros habíamos subido utilizando el Elevador de Santa Justa, así que decidimos bajar caminando.

En el tramo que recorre este elevador, podréis admirar el arte urbano que inunda la ciudad y que tanto nos ha gustado.